Hoy he sentido en mis venas el ultraje, el desafecto y las críticas sin sentido de cierta parte política al Cuerpo de Seguridad más valorado en España: La Guardia Civil. Como ex delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha he trabajado noche y día con estos sacrificados agentes, he compartido sus cuitas, sus sinsabores y sus triunfos. Y hoy me veo en la necesidad de escribir estas líneas para ofrecerles mi báculo como apoyo.
Como decía Ortega y Gasset: “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.
Estamos atravesando un camino duro ocasionado por una terrible pandemia que un gobierno socialcomunista en España no quiso ver, ni otro en Castilla-La Mancha, del señor García-Page, quiso escuchar, en el que no sólo se está cuestionando el estado de bienestar creado en 1978 por consenso nacional, con los tres pilares básicos e intocables (salvo por el Gobierno del señor Sánchez): el poder ejecutivo, legislativo y judicial, sino que también se menoscaba el fundamento número 1 para que exista un Estado en el que prime la libertad, la igualdad y, en fin, la Democracia: ese fundamento es la seguridad, que en gran medida depende del poder judicial.
La Guardia Civil comenzó su andadura hace 176 años con unas miras que pensaban en grande, garantizar la seguridad en todo el territorio nacional, predominantemente en el mundo rural. Y han avanzado muy lejos, con muchos avatares históricos en su mochila y, por desgracia, también con muchos hombres, mujeres y niños asesinados por los terroristas.
Pero como decía, han avanzado lejos porque su divisa es el honor y el cumplimiento del deber, que se antepone a sus personas. Junto a ellos, como delegado del Gobierno de España, hemos perseguido a los que emponzoñan con la droga a nuestros jóvenes, a los descerebrados que maltratan a nuestras mujeres, a los que del robo y la extorsión han hecho su trabajo, a los que desvalijan nuestros campos, junto a ellos hemos vigilado nuestros pueblos, hemos atendido a millones de personas que han necesitado una ayuda o un consejo. Junto a ellos hemos llorado cuando un agente caía en un acto de servicio, ya fuera en la carretera o en cualquier otro. Junto a ellos hemos brindado por los grandes éxitos cosechados en múltiples operaciones.
Puedo asegurar que España y Castilla-La Mancha en particular, donde tuve la suerte de trabajar con este Cuerpo, tienen a los mejores agentes que un país pueda desear. Las cinco comandancias, dirigidas magníficamente por la Zona Regional, así lo demuestran día a día, a pesar de las preocupaciones que sufren porque los medios y los efectivos de la Guardia Civil, encargados de la seguridad en nuestros pueblos y de nuestros campos, son muchas veces precarios e insuficientes, pero a pesar de ello, todos los días se levantan con la ilusión de ayudar a un vecino, de llevar la divisa del honor lo más alto a lo que la vista llegue.
Por eso, como ex delegado del Gobierno de España en Castilla-La Mancha quiero rendir un homenaje a los tres Tenientes Generales depurados por un Gobierno a la deriva, pero también a todos los guardias civiles que con su trabajo callado siguen enorgulleciendo a un pueblo maravilloso que es ESPAÑA. Porque como dijo Cervantes: “más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón”.
José Julián Gregorio López.
Delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha de 2015 a 2018,
durante el Gobierno de Mariano Rajoy.